#aedemcr

En San Valentín no cabe sino hablar de los enamorados. Pero las radios ya se encargan de poner banda sonora a los enamorados, y las televisiones también se agotan programando películas de ingenuos que caen en los ardides del amor. Hablar de enamorados, un 14 de febrero, es, por tanto, redundante y algo aburrido.

            Quizá es más interesante hablar de enamorarse, que es parecido pero no es lo mismo: una pareja de enamorados es sólo una más de las múltiples formas de enamoramiento. Uno puede enamorarse de sus hijos o de sus padres; uno puede enamorarse –platónicamente- de un cantante o de una actriz; uno puede enamorarse de una obra de arte o –incluso- si la persona es lo suficientemente boba, puede enamorarse de objetos y artefactos materiales: de su casa, de su coche, de su jersey nuevo 100% cashmere

            Pero casi nunca nos paramos a pensar en si estamos enamorados de nosotros mismos. Y si lo hacemos, creemos que eso no está bien, que es un rasgo de egocentrismo. Nada más alejado…

            Es esencial que al cerrar los ojos y vernos sólo a nosotros, nos guste lo que vemos. Que nos sintamos a gusto con nosotros mismos. Y no con resignación (“me acepto, soy así y lo asumo”), sino con verdadero placer al contemplar cómo somos (“me gusto como soy, estoy de acuerdo en ser así, y apenas cambiaría nada de como soy”).

            Decía Oscar Wilde que “Cuando uno está enamorado comienza engañándose a sí mismo y termina engañando a los demás”, y el cinismo de Wilde nos viene muy bien al caso, porque es cierto que hay días en los que no tenemos ganas de estar enamorados de nosotros mismos, sufrimos un autodesengaño amoroso y no nos gusta cómo somos; nos cambiaríamos por cualquiera. Y esos días en que no te gustas, es imposible que gustes a nadie. Hay que empezar, por tanto, por engañarse a uno mismo, por fingir que estás enamorado de ti, para así poder gustar a los demás.

            Y no lo neguemos, todos queremos gustar a los demás: queremos caer bien a nuestros compañeros, queremos causar buena impresión a alguien a quien acabamos de conocer, queremos que nos halaguen por nuestro buen aspecto… El ser humano es un ser social, y necesitamos agradar y ser del agrado de los demás.

            En los días en que peor nos veamos, en que más severos seamos con nosotros mismos, en que menos nos apetezca arreglarnos y dedicarnos tiempo…, es en los días en que más debemos arreglarnos y dedicarnos tiempo. Para que el reflejo del espejo nos devuelva alguien de quien poder volver a enamorarnos, como trampolín para poder enamorar también a los demás.

            Enamorarnos de nosotros mismos… Como Rossy de Palma o Adrien Brody están enamorados de su nariz. Enamorarnos de todo aquello que nos hace únicos y nos diferencia del resto. Enamorarnos de lo que nos hace ser precisamente nosotros y no cualquier otro. No hay defectos, sino aspectos de los que aún no nos hemos enamorado.

Facebook
Twitter
LinkedIn