#aedemcr

Este post se encuentra dividido en 3 partes, debido a su extensión mayor de la habitual, e irá publicándose a lo largo de las 3 próximas semanas

 

            Tendemos a pensar que los superhéroes lo son porque tienen una fuerza sobrehumana o una velocidad supersónica. Cuando somos niños nos atraen los superhéroes porque los imaginamos como personas con capacidades mayúsculas, capaces de conseguirlo todo. Y es cierto que es así, y que tienen unas capacidades que nosotros no tenemos; pero al contrario de lo que creemos, no tienen esas capacidades de manera innata. Paradójicamente, los superhéroes son personas que han tomado contacto con sus debilidades, que las han enfrentado y que las han vencido. Ese proceso es el que las convierte en superhéroes, y ese camino es que les provee de esas capacidades aparentemente sobrehumanas.

            El caso de Batman es paradigmático: Bruce Wayne presenció cómo unos delincuentes callejeros asesinaban a sus padres a la salida del teatro, y de ese sufrimiento y del miedo surge su necesidad de enfrentarse al crimen. Sobreponiéndose a lo que le debilita como ser humano, se convierte en alguien extraordinario.

            Y para enfrentar el crimen, Bruce Wayne elige metamorfosearse en murciélago, en Batman, precisamente porque le aterran los murciélagos. Esto es, el único modo de vencer a nuestros miedos es conociéndolos y asumiéndolos; convirtiendo nuestras debilidades en fortalezas.

            Tenemos también el caso de Superman, donde contrariamente a lo que todo el mundo cree, el auténtico superhéroe no es Superman, sino Clark Kent. Así es: el héroe es el que afronta el día a día sin recurrir a superpoderes externos. Lo fácil es ser Superman; lo verdaderamente complicado es ser Clark Kent y saber reaccionar con entereza a los reveses de la vida. Cuando Clark Kent es insultado por miope, lo complejo es contenerse y no hacer uso de la superfuerza de Superman para zanjar el asunto.

                                                                                                     

 

Y, como en el caso de Batman, la debilidad de Superman es únicamente él mismo, como nos sucede a todos. Superman es inmune a cualquier arma, y sólo se debilita ante el contacto con la kriptonita, que no es más que roca de su propio planeta. Se trata de una metáfora que indica que sólo lo más íntimo de él puede debilitarlo. Sólo nosotros mismos tenemos la capacidad de extraernos nuestras fortalezas; sólo nuestros miedos o debilidades pueden hacernos daño.

            Es decir, no son superhéroes por poseer unas capacidades extraordinarias. Sobre todo, es el conocimiento de las propias limitaciones y la superación de ellas, lo que hace que los superhéroes lo sean.

            E igual sucede con la discapacidad: todos tenemos varias discapacidades, varias facetas en las que nuestra capacidad está sensiblemente por debajo de la media. Si cerramos los ojos y pensamos en ello, nos daremos cuenta de aquellos aspectos en los que no sólo no destacamos, sino que estamos especialmente poco capacitados: falta de capacidad para el deporte, falta de capacidad para dibujar, falta de capacidad para las matemáticas… Si somos honestos, todos tenemos varias discapacidades.

 

(Continuará la próxima semana…)

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