#aedemcr

(Continúa de la semana pasada…)

 

            Todos tenemos varias discapacidades, varias facetas en las que nuestra capacidad está sensiblemente por debajo de la media. Si cerramos los ojos y pensamos en ello, nos daremos cuenta de aquellos aspectos en los que no sólo no destacamos, sino que estamos especialmente poco capacitados: falta de capacidad para el deporte, falta de capacidad para dibujar, falta de capacidad para las matemáticas… Si somos honestos, todos tenemos varias discapacidades.

            La ventaja que tienen las llamadas personas con discapacidad, es que una de sus discapacidades es especialmente visible. Recordemos el proceso de los superhéroes: conocimiento de la debilidad, enfrentamiento a ella y victoria. Es decir, sólo quien conoce su discapacidad pueden enfrentarse a ella hasta convertirla en su fortaleza.

            Con este punto de vista, quien está en una manifiesta posición de inferioridad es aquel que no es consciente de sus discapacidades, porque nunca podrán enfrentarlas.

            Y analizada así la discapacidad, como una capacidad manifiestamente por debajo de la media, tenemos que la palabra…

 

…puede sufrir una mutación significativa, con tan sólo tachar una de sus letras:

Y pasa a convertirse en:

            Es decir, habla de capacidad. Háblame de tus capacidades, de tus fortalezas. Háblame en positivo y cuéntame lo que te mejora como persona. Sólo me interesa de ti lo que te hace mejor, lo que te hace especial frente a los demás.

            Todos tenemos discapacidades. Varias. Muchas. Demasiadas.

            Todos tenemos capacidades. Menos. Muy pocas. Apenas 2 ó 3.

            Pero son esas poquísimas capacidades las que nos hacen diferentes a unos de otros. Somos miles de millones los que no tenemos capacidad para subir al Mont Blanc, pero no se habla de nosotros, los inútiles. Se habla de los pocos centenares que sí tienen capacidad para hacerlo, y aún lo hacen.

            En la mayoría de los ámbitos de la vida se refieren los aspectos positivos, las fortalezas, porque es lo que nos hace únicos. Jamás seré noticia por no ser capaz de regatear a 8 jugadores y acabar marcando gol por la escuadra. Será noticia Ronaldo por ser capaz de hacer eso mismo.

            Lo que nos hace únicos es lo que podemos hacer. Lo que no podemos hacer nunca debe excluirnos o alejarnos del resto. Porque todos tenemos muchas discapacidades, y apenas 2 ó 3 capacidades.

            Y no sólo eso, sino que además, en ocasiones, confundimos quien tiene discapacidad. Podemos citar el caso de Blancanieves: como todos sabemos, este cuento narra la historia de una niña caprichosa y mimada que escapa de su casa porque no soporta a la pareja de su padre; y es tan insensata que se adentra sola en el bosque, sin GPS siquiera. Finalmente, cuando se percata de su insensatez, busca refugio okupando ilegalmente una vivienda que encuentra en un claro del bosque. Allí se encuentra con que todo lo que hay en aquella casa es singularmente pequeño: pequeña puerta de entrada con pequeño llamador; pequeños cubiertos de madera junto a pequeños vasos y pequeños platos; pequeñas camas con pequeños edredones… Obviando el hecho del allanamiento de morada por parte de Blancanieves (ella, precisamente ella, que se las daba de buena y de formal frente a su madrastra), cuando Blancanieves quiere descansar, agotada por su huida por el bosque, se encuentra con que las camas son tan pequeñas que debe juntar varias para conseguir hacerse una cama a su medida.

            Es evidente que quien tiene la discapacidad no son los enanitos, que viven cómodamente en su casa adaptada a sus necesidades hasta que llega Blancanieves a trastocarlo todo. Quien tiene la discapacidad en aquella vivienda pequeña –y no suya-, es Blancanieves.

            Sin embargo, el cuento nos habla de los 7 enanitos, dando a entender que la discapacidad motivada por la altura la tienen ellos. No es así en absoluto, porque, además, del conocimiento de su tamaño ellos han hecho su fortaleza, y gracias a ello pueden ganarse la vida trabajando en una mina de reducidas dimensiones de la que extraen piedras preciosas. (Se desconoce si había un octavo enanito encargado de intermediar y poner en el mercado de la joyería esas piedras preciosas que ellos 7 extraían, aunque el sentido común permite entender que debía haberlo; o, en caso contrario, cualquier otra explicación plausible, como que el trabajo en la cueva era una tapadera para negocios menos lícitos.)

            Lo cierto es que los cuentos populares tienden a atribuir discapacidades a los que no son iguales a nosotros, olvidando que, quizás, la discapacidad la tengamos nosotros.

            En el caso de Blancanieves, decíamos que los enanitos no tenían problemas de accesibilidad en su casa, porque estaba adaptada al uso que ellos requerían. Por tanto, la discapacidad no se encuentra en la persona, sino en el entorno –urbano o social- que impone restricciones a algún colectivo o individuo. Es Blancanieves quien tiene discapacidad en la casa de los enanitos, y en ningún caso la tienen ellos dentro de esa vivienda adaptada.

 

(ESte post finalizará la semana próxima)

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